Esta fuerza sutil de la repetida sugerencia supera nuestra razón, actuando directamente sobre nuestras emociones y nuestros sentimientos, penetrando finalmente en las profundidades de nuestras mentes subconscientes. Este es el principio básico de toda publicidad exitosa — la sugerencia continua y repetida que primero te hace creer, después de lo cual estás ansioso por comprar. En los últimos años hemos disfrutado de una juerga de vitaminas.
Durante siglos los tomates se veían como venenosos. La gente no se atrevió a comerlas hasta que alguna persona intrépida las probó y vivió. Hoy en día millones de personas comen tomates, sin saber que se consideraban no aptos para el consumo humano. Por el contrario, las espinacas bajas casi entraron en el cubo de basura después de que el gobierno de los Estados Unidos declarara que no contenía los valores alimentarios que se le atribuían durante décadas. Millones de personas creyeron esto y se negaron a honrar el plato favorito de Popeye por más tiempo.
Claramente, los fundadores de todos los grandes movimientos religiosos sabían mucho sobre el poder de la sugerencia repetida y obtuvieron resultados de gran alcance con ella. Las enseñanzas religiosas nos han sido martillado desde el nacimiento, a nuestras madres y padres antes que a nosotros, a sus padres y a sus padres antes que ellos.
Ciertamente hay magia blanca en esa clase de creencia.
Tales afirmaciones como "lo que no sabemos no nos harán daño" y "la ignorancia es felicidad" toman mayor importancia cuando te das cuenta de que sólo las cosas en las que te haces consciente pueden dañarlo o molestarte. Todos hemos escuchado la historia del hombre que no sabía que no se podía hacer y siguió adelante y lo hizo.
Los psicólogos nos dicen que como bebés sólo tenemos dos miedos: el miedo a los ruidos fuertes y el miedo a caer. Todos nuestros otros temores se transmiten a nosotros o se desarrollan como resultado de nuestras experiencias; provienen de lo que se nos enseña o de lo que escuchamos y vemos.
Me gusta pensar en hombres y mujeres como árboles de roble que pueden permanecer firmes en medio de las muchas corrientes cruzadas de pensamiento que giran alrededor de ellos. Pero demasiadas personas son como árboles que, balanceados por cada pequeña brisa, en última instancia crecen en la dirección de un fuerte viento de pensamiento que sopla contra ellos.
La Biblia está llena de ejemplos del poder del pensamiento y de la sugestión. Lee Génesis, capítulo 30, versículos 36 a 43, y aprenderás que incluso Jacob conocía su poder. La Biblia cuenta cómo desarrolló el ganado manchado y moteado, ovejas y cabras colocando varillas de los árboles, despojándolos parcialmente de su corteza para que aparecieran manchados y marcados, en los bebederos donde los animales venían a beber. Como habrás adivinado, los rebaños concebidos antes de las varillas manchadas y trajeron ganado, "Ring-straked, moteado, y manchado." (Y por cierto, Jacob se enceró sumamente rico.)
Moisés, también, era un maestro en la sugestión. Durante 40 años lo usó en los israelitas, y los llevó a la tierra prometida de leche y miel. David, siguiendo las sugestivas fuerzas que operan sobre él, mató al poderoso Goliat fuertemente armado con una piedra de una Honda.